Debo empezar esta crónica confesando que no me sonaba siquiera el nombre de estos grupos hasta dos semanas antes del concierto. Pero en Vigo no suele haber mucha música de este tipo, menos aún de grupos extranjeros, así que busqué algo por los internetes y decidí que me gustaban lo suficiente como para gastarme los diez euros de la entrada, que por cierto, era de las de taco, impresa a todo color con el diseño del cartel; una especie en peligro de extinción. Suerte que el Frenopátiko, a pesar de no ser más que un bar pequeñito con un aforo de 70 personas y un escenario de dos o tres metros cuadrados y tres dedos de altura, se mueve muchísimo para traer grupos y montar bolos chulos; espíritu underground donde lo haya, y con mucho trabajo invertido en la causa.
Primero salió Mantar. Son un montón de gente; en concreto, dos. Uno toca la guitarra y canta y otro toca la batería, fin. Aunque esta vez el de la guitarra estaba afónico y necesitaron que el de Bölzer les echara una mano, o una garganta. El concierto fue corto, media hora o poco más, y he de decir que no me entusiasmó, probablemente porque lo que más me atraía de su música en estudio era la voz y fue la voz precisamente lo que cambió. Es que aunque el estilo no es mucho lo mío, me molaba el vocalista porque es muy black ahí tó agónico y hace un contraste interesante. Por otra parte, se me hizo muy grave. No es sorprendente, porque el estilo sludge ese es lo que suele ser, pero lo de acoplar por sistema en los cambios de canción y cosas así no me hace mucha gracia. Una cosa curiosa fue que el cantante se pasó el concierto ¡de espaldas! ¿No le enseñaron educación o qué? Cualquiera diría que estaba en un ensayo.
Parece que despotrico mucho, pero es porque los defectos son muy concretos, mientras que los aciertos son más genéricos: canciones entretenidas, buena actitud, muchas ganas. O sea que, en conjunto, fue un buen concierto. No es el estilo que más me gusta pero pasé un buen rato. Y la portada de su disco mola un huevo.
Bölzer me gustó mucho más, que es exactamente lo que me esperaba. El dúo suizo estaba sanote y no necesitó a nadie más para meter una caña que flipas. En total tienen una hora de música editada, repartida en una maqueta y dos EP de veinte tristes minutos que venden a 8 €. En fin, viven en Suiza, con ese dinero allí te tomas un botellín de cerveza. Respecto al concierto, esta vez no tengo quejas: buen sonido, como también lo habían tenido los anteriores, canciones mucho más molonas para mi gusto y alrededor de una hora de duración. Mención especial al penúltimo tema, «Entranced by the Wolfshook», el clarísimo triunfador de la noche, y una pasada ver al guitarrista mover los dedos de esa manera.
Total. Que viva el Frenopátiko y que se sigan montando bolos así, en ese local o en cualquier otro que se sume a la causa (el Transylvania parece que empieza a asomar la cabecita…).
Primero salió Mantar. Son un montón de gente; en concreto, dos. Uno toca la guitarra y canta y otro toca la batería, fin. Aunque esta vez el de la guitarra estaba afónico y necesitaron que el de Bölzer les echara una mano, o una garganta. El concierto fue corto, media hora o poco más, y he de decir que no me entusiasmó, probablemente porque lo que más me atraía de su música en estudio era la voz y fue la voz precisamente lo que cambió. Es que aunque el estilo no es mucho lo mío, me molaba el vocalista porque es muy black ahí tó agónico y hace un contraste interesante. Por otra parte, se me hizo muy grave. No es sorprendente, porque el estilo sludge ese es lo que suele ser, pero lo de acoplar por sistema en los cambios de canción y cosas así no me hace mucha gracia. Una cosa curiosa fue que el cantante se pasó el concierto ¡de espaldas! ¿No le enseñaron educación o qué? Cualquiera diría que estaba en un ensayo.
Parece que despotrico mucho, pero es porque los defectos son muy concretos, mientras que los aciertos son más genéricos: canciones entretenidas, buena actitud, muchas ganas. O sea que, en conjunto, fue un buen concierto. No es el estilo que más me gusta pero pasé un buen rato. Y la portada de su disco mola un huevo.
Bölzer me gustó mucho más, que es exactamente lo que me esperaba. El dúo suizo estaba sanote y no necesitó a nadie más para meter una caña que flipas. En total tienen una hora de música editada, repartida en una maqueta y dos EP de veinte tristes minutos que venden a 8 €. En fin, viven en Suiza, con ese dinero allí te tomas un botellín de cerveza. Respecto al concierto, esta vez no tengo quejas: buen sonido, como también lo habían tenido los anteriores, canciones mucho más molonas para mi gusto y alrededor de una hora de duración. Mención especial al penúltimo tema, «Entranced by the Wolfshook», el clarísimo triunfador de la noche, y una pasada ver al guitarrista mover los dedos de esa manera.
Total. Que viva el Frenopátiko y que se sigan montando bolos así, en ese local o en cualquier otro que se sume a la causa (el Transylvania parece que empieza a asomar la cabecita…).
Publicada originalmente en The Breathless Sleep el 24 de marzo del 2015, archivada en Furia Asgardiana el 1 de mayo de 2019.