Por segunda vez, la promotora RockNRock y la productora Sweet Nocturna tuvieron el detalle de traernos a Santiago a Amon Amarth. Es la segunda vez que los veo, tras el concierto que dieron en Vigo en el 2009 en el llorado festival Alternavigo, concierto que estuvo muy bien; cuando estuvieron en Santiago a finales del 2011 no los vi, y no me arrepiento, porque quienes fueron me dijeron que dejó mucho que desear, con lo cual me vi un poco rodeado de escépticos. Había que ver si se recuperaban de la última o si iban a peor. A pesar de todo, entré en la Capitol con optimismo.
Los primeros en salir a escena fueron los powerosos británicos Savage Messiah. El principio de la primera canción me recordó a Iron Maiden, e inmediatamente me dispuse a reírme de ellos por cutres… pero no pude. Sí, había algún toquecillo maideniano, pero las canciones me gustaron un montón, no me parecieron copias de nadie, y me lo pasé muy bien, la verdad. Cuando iban por la quinta canción o por ahí, a uno de los guitarristas se le jodió algo y no se le oyó más; terminada la canción, se disculparon por el fallo y se tuvieron que ir, sin llegar a llenar el ya escaso hueco de media hora que tenían. Una pena, porque de verdad que me lo estaba pasando pipa, además hacía un montón que no iba a un concierto de power.
Los siguientes fueron los californianos Huntress. A estos sí que los conocía; como para no, con el bombo que les dio su sello, Napalm Records. Recuerdo que en su momento escuché unas cuantas veces el debut Spell Eater, que no me pareció gran cosa pero tenía como característica más llamativa la voz de la cantante, una especie de King Diamond en versión femenina (salvando las distancias). Entonces tenía curiosidad por verlos. Tocaron unos tres cuartos de hora y no los disfruté tanto como estaba disfrutando a los anteriores, pero la verdad es que pasé un rato entretenido, y se enrollaron más a hablar con la gente, a veces usando al guitarrista como intérprete. «Yo no hablo español, ¡yo hablo mejicano pendejoooo!» A través de él, la tipa nos contó que la letra de la siguiente canción, «I Want to Fuck You to Death», había sido escrita por Lemmy Kilmister; y nos hizo partícipes también, esta vez en inglés, de la mucha marihuana que fuman en California. Cierto es que el rollo medio provocador que se trae no me convence mucho, pero hay que reconocerle que da espectáculo y que tanto ella como los otros le ponen muchísimas ganas. Y la canción «Spell Eater» sonó genial. En estudio me gusta también.
Ya sólo faltaban los señores cabezas con su melodeath de temática vikinga. Cuando escucho música, sea el grupo que sea, siempre escucho discos enteros; sin embargo, unos días antes del concierto de Amon Amarth estuve escuchando muchas canciones suyas salteadas y me di cuenta de lo que cambiaron estos chavales y, sobre todo, cómo empezaron a mostrar influencias de heavy clásico en sus temas, cada vez más melódicos. Sobre todo de Iron Maiden. Por ejemplo, escuchad «Shape Shifter» en el minuto 1:04 y decidme que eso no es el estribillo de «Aces High»; también «As Loke Falls» tiene momentos muy maideneros. Sí, ya sé que mencioné al grupo de Steve Harris hace dos párrafos. Qué le voy a hacer yo, si medio mundo metalero se basa en ellos. Y por si no fuera poco… ¡van los de Amon Amarth y, a modo de intro, ponen «Run to the Hills»!
¡Buenas noches, Santiagoooo! ¿Cómo estááá? Me hace una gracia loca que nos traten de usted en singular. Pero se aprecia el esfuerzo, por supuesto. Arrancaron con «Father of the Wolf» y «Deceiver of the Gods», es decir, los dos singles de su último disco, Deceiver of the Gods; que aunque ya hace año y medio que salió, aún no lo habían presentado en España (más que en el festival Resurrection de Viveiro, pero no en salas) a apesar de que ya hicieron un par de giras europeas desde entonces. En fin, a lo que íbamos: que empezaron con sus dos grandes éxitos más recientes, y como cabía esperar, fueron muy bien recibidos. De este álbum sonaron dos más, lo que hace un total de cuatro (las cuatro primeras del disco, curiosamente: «As Loke Falls» y «Shape Shifter» fueron las otras), y cuatro fueron también las del Twilight of the Thunder God de 2008, lo cual creo que dice bastante sobre cuál fue el álbum que más fama le dio («el boom de Amon Amarth», como dice una amiga mía). Pero dejemos las estadísticas. Por lo demás, el repertorio no presentó grandes sorpresas: fueron a lo seguro, cogiendo los temas más prominentes de cada disco, lo cual puede decepcionar a algunos que quizá prefieran rarezas, pero está claro que te ganarás a la mayoría. ¿Los momentos estelares? «Cry of the Black Birds», «Twilight of the Thunder God», por supuesto «Death in Fire», y el final con «The Pursuit of Vikings», cuyo estribillo, como de costumbre, nos hicieron cantar, momento que siempre es muy gracioso porque es relativamente largo y casi todo el mundo se lía y acaba diciendo brlg brlg brlg.
En resumen: un inesperado buen rato con Savage Messiah, un espectáculo desenfadado con Huntress y un épico grandes éxitos de Amon Amarth. Buena velada, sí señor. Y Huntress vendía la camiseta más chula de la última década.
Los primeros en salir a escena fueron los powerosos británicos Savage Messiah. El principio de la primera canción me recordó a Iron Maiden, e inmediatamente me dispuse a reírme de ellos por cutres… pero no pude. Sí, había algún toquecillo maideniano, pero las canciones me gustaron un montón, no me parecieron copias de nadie, y me lo pasé muy bien, la verdad. Cuando iban por la quinta canción o por ahí, a uno de los guitarristas se le jodió algo y no se le oyó más; terminada la canción, se disculparon por el fallo y se tuvieron que ir, sin llegar a llenar el ya escaso hueco de media hora que tenían. Una pena, porque de verdad que me lo estaba pasando pipa, además hacía un montón que no iba a un concierto de power.
Los siguientes fueron los californianos Huntress. A estos sí que los conocía; como para no, con el bombo que les dio su sello, Napalm Records. Recuerdo que en su momento escuché unas cuantas veces el debut Spell Eater, que no me pareció gran cosa pero tenía como característica más llamativa la voz de la cantante, una especie de King Diamond en versión femenina (salvando las distancias). Entonces tenía curiosidad por verlos. Tocaron unos tres cuartos de hora y no los disfruté tanto como estaba disfrutando a los anteriores, pero la verdad es que pasé un rato entretenido, y se enrollaron más a hablar con la gente, a veces usando al guitarrista como intérprete. «Yo no hablo español, ¡yo hablo mejicano pendejoooo!» A través de él, la tipa nos contó que la letra de la siguiente canción, «I Want to Fuck You to Death», había sido escrita por Lemmy Kilmister; y nos hizo partícipes también, esta vez en inglés, de la mucha marihuana que fuman en California. Cierto es que el rollo medio provocador que se trae no me convence mucho, pero hay que reconocerle que da espectáculo y que tanto ella como los otros le ponen muchísimas ganas. Y la canción «Spell Eater» sonó genial. En estudio me gusta también.
Ya sólo faltaban los señores cabezas con su melodeath de temática vikinga. Cuando escucho música, sea el grupo que sea, siempre escucho discos enteros; sin embargo, unos días antes del concierto de Amon Amarth estuve escuchando muchas canciones suyas salteadas y me di cuenta de lo que cambiaron estos chavales y, sobre todo, cómo empezaron a mostrar influencias de heavy clásico en sus temas, cada vez más melódicos. Sobre todo de Iron Maiden. Por ejemplo, escuchad «Shape Shifter» en el minuto 1:04 y decidme que eso no es el estribillo de «Aces High»; también «As Loke Falls» tiene momentos muy maideneros. Sí, ya sé que mencioné al grupo de Steve Harris hace dos párrafos. Qué le voy a hacer yo, si medio mundo metalero se basa en ellos. Y por si no fuera poco… ¡van los de Amon Amarth y, a modo de intro, ponen «Run to the Hills»!
¡Buenas noches, Santiagoooo! ¿Cómo estááá? Me hace una gracia loca que nos traten de usted en singular. Pero se aprecia el esfuerzo, por supuesto. Arrancaron con «Father of the Wolf» y «Deceiver of the Gods», es decir, los dos singles de su último disco, Deceiver of the Gods; que aunque ya hace año y medio que salió, aún no lo habían presentado en España (más que en el festival Resurrection de Viveiro, pero no en salas) a apesar de que ya hicieron un par de giras europeas desde entonces. En fin, a lo que íbamos: que empezaron con sus dos grandes éxitos más recientes, y como cabía esperar, fueron muy bien recibidos. De este álbum sonaron dos más, lo que hace un total de cuatro (las cuatro primeras del disco, curiosamente: «As Loke Falls» y «Shape Shifter» fueron las otras), y cuatro fueron también las del Twilight of the Thunder God de 2008, lo cual creo que dice bastante sobre cuál fue el álbum que más fama le dio («el boom de Amon Amarth», como dice una amiga mía). Pero dejemos las estadísticas. Por lo demás, el repertorio no presentó grandes sorpresas: fueron a lo seguro, cogiendo los temas más prominentes de cada disco, lo cual puede decepcionar a algunos que quizá prefieran rarezas, pero está claro que te ganarás a la mayoría. ¿Los momentos estelares? «Cry of the Black Birds», «Twilight of the Thunder God», por supuesto «Death in Fire», y el final con «The Pursuit of Vikings», cuyo estribillo, como de costumbre, nos hicieron cantar, momento que siempre es muy gracioso porque es relativamente largo y casi todo el mundo se lía y acaba diciendo brlg brlg brlg.
En resumen: un inesperado buen rato con Savage Messiah, un espectáculo desenfadado con Huntress y un épico grandes éxitos de Amon Amarth. Buena velada, sí señor. Y Huntress vendía la camiseta más chula de la última década.
Publicada originalmente en The Breathless Sleep el 20 de febrero del 2015, archivada en Furia Asgardiana el 1 de mayo de 2019.
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