martes, 16 de abril de 2013

Stratovarius + Amaranthe + Seven Kingdoms. 24 de marzo de 2013. Majestic Music Club, Bratislava.

El otro día, en la crónica de Sabaton y Eluveitie, os prometía la de la noche siguiente. Pues bien, aquí está: los encargados de animar la velada del domingo fueron los yanquis Seven Kingdoms, los sueco-daneses Amaranthe y los grandes del power finlandés Stratovarius.

Los primeros en salir fueron los de Seven Kingdoms, con su power más bien clásico. Aunque la cantante se empleó a fondo desde el principio, le costó un buen rato hacerse con los eslovacos, que parecían desconfiados, y las primeras veces que animó a hacer palmas sólo tres o cuatro personas la seguimos. Sin embargo, según avanzaban los temas, el ambiente se iba caldeando también; hacia la mitad la gente ya estaba bastante motivada, y en las últimas ya todo el mundo levantaba los brazos y saltaba.

En mi opinión, la música que hacen estos chavales no es lo más novedoso, pero las canciones tienen buenas melodías y en directo funcionan de maravilla. A mí, al menos, me gustaron todas, y creo que la manera en que consiguieron animar a un público inicialmente tan estático fue todo un logro. Media hora bien aprovechada, bien por ellos.

Tras un rato de cambio durante el cual eché un vistazo a la fauna de la sala que me hizo encontrar, no sólo alguna que otra pareja de más de cuarenta, sino incluso una señora de sexagenaria para arriba que lucía con orgullo su camiseta powermetalera, salieron al escenario los poperos Amaranthe. Con lo reaccionario que suele ser el público metalero cuando sale un grupo de tendencia tan clara hacia el pop, me sorprendió ver a tanta gente con la camiseta y comprando CDs y vinilos, la verdad.

Pero sí, aproximadamente la mitad de los presentes parecían haber asistido por Amaranthe principalmente, y no creo que salieran decepcionados: en hora y cuarto, este grupo de tres cantantes (y por tanto tres «frontpeople») consiguió que el interés no decayera en ningún momento; hasta a mí, que nunca me interesaron lo más mínimo, me entretuvieron. Estribillos fáciles de aprender, samples electrónicos abundantes, voces limpias masculina y femenina y una gutural masculina (que, dicho sea de paso, no se cansa demasiado… digamos que le dan poco trabajo), bastante interacción con el público, sobre todo por parte del cantante «limpio»… Aburrido no fue, desde luego, y la chavala se ganó unas flores de algún fan.

Finalmente salieron los que realmente me interesaba ver esa noche. ¿Qué decir de Stratovarius? Aunque no sea mi grupo favorito, fue uno de los primeros que conocí cuando me metí en el mundillo de los melenudos, y por ello le tengo un cariño especial. Al concierto fui un poco en plan a ver qué pasa, porque internet me había chivado que tocaban muchas canciones cuyos títulos no me sonaban, sólo había oído su disco nuevo (Nemesis) un par de veces y con poca atención, y el anterior hace casi dos años que no lo escucho.

¿Cuál fue el resultado entonces? Pues bien, ¡me encantó! ¡Conocía todas las canciones! Efectivamente, tocaron muchas del último (seis de trece), pero un par de escuchas distraídas resultaron ser suficientes para corear los estribillos. ¿Significa esto que los temas son tan simplones que se aprenden a la primera, o que están tan bien hechos que consiguen quedarse en el oyente sin esfuerzo? Juzguen ustedes. Yo sólo sé que me lo pasé como un enano.

Arrancaron con «Unbreakable», del disco nuevo, para luego pasar ya a un clásico: «Speed of Light». La primera mitad del concierto la pasaron alternando nuevas con clásicos; y me gustaría puntualizar también que, de las canciones que tocaron y que no eran del nuevo trabajo, la más nueva era del 2003 («Eagleheart»). No me sorprende que se saltaran los dos últimos álbumes de Timo Tolkki, pero sí me extraña que no sonara ni una nota de los otros dos que sacaron sin él. Desde luego, habría sido una idea mejor que incluir dos solos, uno de bajo y otro de teclado. En mi opinión, los solos en los conciertos deberían estar prohibidos en algún tratado internacional; pero qué se le va a hacer, es lo que tiene la democracia. El resto del espectáculo, afortunadamente, compensó los solos.

Puede uno preguntarse qué tal está de voz el amigo Timo Kotipelto, vieja gloria de los agudos powerosos. Pues bien: ya no alcanza esos agudos, pero sigue teniendo una voz grandiosa. Por suerte, tampoco intenta hacer lo que no puede, a sabiendas de que sólo conseguiría quedar en ridículo y de que con un Andi Deris en el mundo basta; con lo que su interpretación fue muy buena, manteniéndose en los registros que realmente domina. En un momento dado, dijo que había estado malo de la garganta unos días atrás, «mi voz hoy es la que es», pero sinceramente no noté ningún problema destacable. Cantó genialmente, a mi ver.

Cerraron el repertorio principal con la esperada y coreadísima «Black Diamond», que supongo que oída desde fuera habría sido un descojone, porque tropecientas personas haciendo cada una su versión de los chillidos ultrasónicos del estribillo tiene que ser algo digno de un museo de los horrores. Los bises fueron la calmada «Forever» y, por supuesto, «Hunting High and Low», durante la cual hicieron el típico parón para hacer cantar al respetable el estribillo varias veces. Un rato más tarde me di cuenta de que no habían tocado «Paradise», cosa rara, pero tampoco la eché mucho de menos.

La única mancha del concierto, al igual que la noche anterior, fue un sonido quizá un poco saturado. Se oían todos los instrumentos pero había mucho ruido, con lo que me llevó unos instantes reconocer varias de las canciones, debido a que me costaba encontrar la melodía. Pero quitando eso, que tampoco es que fuera horroroso, salí bastante contento de la Majestic.


Unbreakable
Speed of Light
Halcyon Days
Distant Skies
Eternity
Dragons
(Solo de bajo)
Fantasy
Abandon
Eagleheart
Stand My Ground
(Solo de teclado)
Black Diamond
———
Forever
Hunting High and Low


Publicada originalmente en The Breathless Sleep el 16 de abril del 2013, archivada en Furia Asgardiana el 1 de mayo de 2019.

lunes, 1 de abril de 2013

Sabaton + Eluveitie + Wisdom. 23 de marzo de 2013. Majestic Music Club, Bratislava.

En Bratislava no suele haber muchos conciertos metaleros, y menos aún de grupos grandes, así que el penúltimo fin de semana de marzo de 2013 fue todo un fiestón para los melenudos locales: en dos días pudimos ver a Sabaton, Eluveitie y las leyendas Stratovarius, además de otros tres grupos de calidad pero menor fama. En esta crónica se relata el sábado, con Wisdom, Eluveitie y Sabaton, y en otra podréis leer lo referente al domingo con Seven Kingdoms, Amaranthe y Stratovarius. Por cierto, para el concierto que aquí se refiere se agotaron todas las entradas varios días antes, luego había gente buscando como loca a alguien que se la revendiera.

Tras una larga y lenta cola para entrar en una sala que tampoco resultó ser tan grande, a las ocho en punto salieron los húngaros Wisdom a abrir la velada. Es un grupo al que no conocía más que de nombre, sabía que hacen power, pero poco más, y me llevé muy buena impresión de ellos. Aunque no sean muy conocidos, ya llevan más de una década en activo; pero también es cierto que sólo sacaron dos discos. Así y todo, me parece un poco injusto que sólo les dejen tocar media hora escasa. Pero es lo que hubo, y aprovecharon bien su tiempo. Me sorprendí a mí mismo al darme cuenta de que conocía una canción, «Heaven and Hell» (no, no es versión de nadie), probablemente de algún paseo por el Youtube. Muy buenas melodías, estribillos pegadizos y algún que otro juego de gritos con el público hicieron de su concierto algo realmente entretenido, pasó volando. Aunque también fue objetivamente corto. Los días anteriores habían tocado una versión de Iron Maiden, «Wasted Years», que en Bratislava se saltaron.

Los siguientes fueron los suizos Eluveitie, que llevan de gira con Sabaton más de un año, aunque personalmente no me parece que peguen mucho juntos; pero como me molan ambos, no me voy a quejar. Sin embargo, el concierto de Eluveitie me decepcionó un poco. Creo que parte de la culpa la tiene el sonido de la sala, que ambas noches me pareció muy ruidoso. El violín se oía, y la flauta también, pero la gaita no, nada, y en las partes más cañeras costaba encontrar la melodía, especialmente si no conoces de antemano todas las canciones, como es mi caso. Además hay que mencionar que faltaba Anna Murphy, la zanfoñera, que se tuvo que volver a casa por problemas gordos de salud no especificados, lo que provocó que tuvieran que elegir canciones que pudieran tocar sin ella. Grité como un energúmeno en «Thousandfold» y alguna más, pero a ratos no pude evitar que se me desviara la atención. Eso sí, no veas la animación de la audiencia y la cantidad de pogos que hubo. Tocaron unos tres cuartos de hora.

Tras la pausa de rigor, por fin llegó la hora de Sabaton. Anda que no tenía yo ganas ya de ver a estos suecos. En realidad los vi hace siete años (mon dieu, ¿siete ya? Pues sí, invierno del 2006… Cómo pasa el tiempo) en Oporto de teloneros de Dragonforce y Edguy, cuando aún estaban presentando su Primo Victoria, no los conocía casi nadie y yo, menos. Sólo pude ver sus últimas tres canciones, me encantaron y en cuanto llegué a casa me puse a escucharlos como un loco. Pero me estoy yendo por las ramas. Volvamos a la Eslovaquia de marzo del 2013, con un Sabaton que ya tiene seis discos de power potentorro de primer nivel y un público con un alto porcentaje de tiparracos vestidos de militares o con pintas de serlo, a juzgar por los músculos y las cabezas rapadas. Eso sí, educadísimos todos; yo tenía miedo de que hubiera algún colgado que se pusiera a hacer el subnormal, pero nada de eso.

Un concierto de Sabaton es, al mismo tiempo, un espectáculo cómico. Joakim Brodén es todo un comediante y, al parecer, es costumbre que en cada país les griten algo relacionado con bebidas alcohólicas. Así, en Hungría les gritan pálinka, pálinka, en Alemania les gritan nosequé de bier, y en Bratislava aún estaba sonando la intro cuando ya había empezado todo el mundo: Ešte jedno pivo! Ešte jedno pivo! (una cerveza más). La intro duró aproximadamente mil millones de horas, «The Final Countdown» incluida íntegramente, hasta que empezaron de verdad con «Ghost Division». Menudo fiestón. Pogos no vi ni uno en todo el concierto, pero saltos, brazos en alto, gente que se sabía las letras… genial en ese sentido.

Hace cosa de un año, Sabaton se reformó; se quedaron sólo los dos compositores, y el resto de miembros se piraron, así que ahora tres de ellos son nuevos, pero yo no noté ninguna diferencia. No tienen teclista; no sé si antes lo tenían o no, pero esa noche todas las partes de teclado, que son muchas y con gran importancia en casi todas sus composiciones, sonaron grabadas.

En unas cuantas ocasiones, Joakim nos preguntó qué canción queríamos oír, y daba a elegir entre dos. Primero anuncia los títulos; luego dice uno de ellos, quienes la quieren oír gritan, luego el otro, gritan los que la quieren, y la que más berridos reciba, gana. Y esa, amigos míos, es la historia de cómo me quedé sin oír «Into the Fire» en directo. Pero en su lugar cayó «Attero Dominatus», así que tampoco me quejo. Hubo otro juego: el de ešte jedno pivo, que consistió en competir a ver quién bebía más rápido un vaso de cerveza, y cada dos o tres canciones se le daba una oportunidad a alguien. El ganador, por si alguien tiene curiosidad, fue uno de los miembros del grupo, que tardó 2,7 segundos, si excluimos al batería, que se la tiró por la cabeza en menos tiempo.

Hubo dos canciones que tocaron por petición popular, no de esa noche sino de lo que llevan de gira. Para el que no lo sepa, el último disco, Carolus Rex, salió en inglés y en sueco, y la primera petición fue precisamente una canción en sueco. «¿Pero así cómo os vais a enterar si metemos la pata?», se preguntaba, y a continuación dio a elegir entre «A Lifetime of War» y «The Carolean Prayer». Ganó la primera. La otra petición fue algo de su primer disco, Metalizer (es el primero pero tiene una historia un poco rara de ediciones tardías, sellos tozudos, derechos de publicación y esas cosas). Entonces Joakim cogió un teclado, preguntó «are you ready to jump?» y empezó a tocar la melodía del «Jump» de Van Halen… Un payaso, como digo, siempre en el buen sentido de la palabra. Pero enseguida se pusieron a tocar «The Hammer Has Fallen», que yo no conocía.

Es curioso, hubo varias canciones que no conocía, y yo me creía guay. Una fue esa, otra fue «Far From the Fame», que pidió un grupito de personas a gritos y a mí no me sonaba ni de nombre (ahora acabo de leer en internet que no está en ningún disco), y la tercera fue «Swedish Pagans», que apareció como bonus track en la reedición de algún disco. ¡Eso es trampa! Como última anécdota, en la primera fila había un chaval joven; Joakim le preguntó su edad, que resultó ser nueve años, luego le preguntó si era su primer concierto de heavy metal, y al oír la respuesta afirmativa le regaló sus gafas para que tuviera un recuerdo.

Como veis, un espectáculo muy divertido y lleno de anécdotas. Siempre habrá quien se queje, con su buena parte de razón, de que el tiempo que gastan con las coñas podían aprovecharlo para tocar más temas, pues es cierto que a veces se tiraban varios minutos entre canción y canción; pero bueno, la verdad es que tocaron bastantes canciones, y así hacen un concierto un poco distinto. No me gustaría que todos los grupos hicieran lo mismo, pero en Sabaton me lo pasé bastante bien, tanto desde el punto de vista musical como desde el cómico, y no se me hizo pesado.



Ghost Division
Gott Mit Uns
Carolus Rex
Poltava
Cliffs of Gallipoli
Attero Dominatus
40:1
A Lifetime of War (en sueco)
The Lion from the North
The Hammer Has Fallen
Uprising
Swedish Pagans

The Art of War
Primo Victoria
Far from the Fame
Metal Crüe

Publicada originalmente en The Breathless Sleep el 12 de abril del 2013, archivada en Furia Asgardiana el 1 de mayo de 2019.