Cuando no tengo nada que hacer y tengo un ordenador cerca, cosa que en la facultad me está sucediendo a menudo últimamente, suelo pasearme por ciertos sitios de internet en los que se publican cosas interesantes pero largas: Badass of the week, Patente de corso (apedreadme), Cracked, El sentido de la vida... y fue en el de Javier Malonda donde me encontré lo que aquí os voy a copiar hoy: los cinco mayores arrepentimientos de la gente que sabe que está a punto de morir. La recopilación la hizo una tal Bronnie Ware, australiana, psicóloga de profesión, que se dedica, o dedicaba al menos, a intentar hacer más llevaderas las últimas semanas de los enfermos terminales. Según cuenta, todos pasan más o menos por las mismas fases: negación, miedo, enfado, arrepentimiento, negación otra vez y finalmente aceptación; pero absolutamente todos acabaron en paz consigo mismos antes de morir. En cualquier caso, hay ciertos arrepentimientos en los que coinciden la gran mayoría de ellos. Un día decidió publicar los cinco más comunes en su blog, y ante el éxito de esa entrada acabó escribiendo un libro sobre el tema, The top five regrets of the dying, que salió a la venta hace un par de meses.
Personalmente esta entrada me parece interesantísima, es de las que le hacen a uno replantearse montones de cosas, así que voy a traducirla entera. Si sabes inglés te recomiendo leer la original, que siempre será mejor que cualquier traducción: "Regrets of the dying" @ Inspiration and Chai. Todo esto, por cierto, me recuerda a Miramontes, un profesor que tuve en el instituto, que decía que lo más importante en la vida es hacer cosas; que con el tiempo los errores, las malas decisiones y todo eso se perdona, pero de lo único que os vais a arrepentir es de no hacer cosas. Eso no es exactamente lo que dicen los moribundos, al menos no es de las cinco cosas que más dicen, pero como el hombre tenía una edad y además me parece un consejo bastante razonable, pues ahí lo dejo también. Lo que viene a partir de ahora, incluyendo la conclusión, está traducido de lo que escribió la señora Ware.
1- Querría haber tenido el coraje de vivir de manera sincera conmigo mismo, y no la vida que los demás esperaban.
Éste era el arrepentimiento más común de todos. Cuando uno se da cuenta de que su vida está a punto de terminar y mira atrás, es fácil ver cuántos sueños quedaron sin cumplir. La mayoría de las personas no realizaron ni la mitad de sus sueños y tuvieron que morir sabiendo que eso se debió a las decisiones que tomaron o dejaron de tomar.
Es muy importante tratar de cumplir al menos algunos de tus sueños a lo largo de tu vida. En el momento en el que pierdes la salud ya es tarde. La salud conlleva una libertad de la que muy pocos se dan cuenta hasta que ya no la tienen.
2- Desearía no haber trabajado tanto.
Esto vino de todos los pacientes varones que tuve. Se perdieron la juventud de sus hijos y la compañía de su pareja. Las mujeres también hablaron de este arrepentimiento, pero dado que la mayoría eran de una generación bastante vieja, muchas de ellas no habían sido cabezas de familia. Todos los hombres que traté lamentaron profundamente haber pasado tanto tiempo de sus vidas en la rutina del trabajo.
Simplificando nuestro estilo de vida y tomando decisiones conscientes es posible no necesitar los ingresos que crees que necesitas. Y creando más espacio en tu vida serás más feliz y más abierto a nuevas oportunidades, más adecuadas a tu nuevo estilo de vida.
3- Ojalá hubiera tenido el valor de expresar mis sentimientos.
Mucha gente ocultó sus sentimientos para estar en paz con otros. En consecuencia, se conformaron con una existencia mediocre y nunca fueron quienes realmente habrían sido capaces de llegar a ser. Muchos desarrollaron enfermedades relacionadas con la amargura y el resentimiento con los que cargaron debido a esto.
No podemos controlar las reacciones de los demás. De todos modos, aunque la gente inicialmente pueda reaccionar cuando cambias tu manera de ser y hablas con sinceridad, al final esto lleva la relación a un nivel totalmente nuevo y más saludable. O eso o aleja de tu vida una relación nociva. En cualquiera de los dos casos sales ganando.
4- Me gustaría haberme mantenido en contacto con mis amigos.
En muchos casos no se dieron cuenta de todos los beneficios de las viejas amistades hasta sus últimas semanas de vida, y no siempre fue posible encontrarles la pista. Muchos se habían quedado tan atrapados en sus propias vidas que a lo largo de los años dejaron escapar amistades maravillosas. Hubo muchos profundos lamentos por no haberles dedicado el tiempo y esfuerzo que merecían. Cuando están muriendo, todos echan de menos a sus amigos.
A cualquiera que tenga una vida ocupada le pasa que va dejando amistades de lado. Pero cuando uno se enfrenta a una muerte inminente, los detalles físicos de su vida se disipan. Todos quieren poner sus asuntos financieros en orden si es posible, pero no es el dinero o el estatus lo que realmente les parece importante: quieren poner las cosas en orden más por el beneficio de aquellos a quienes aman. Con todo, suelen estar demasiado enfermos o cansados como para encargarse de esta tarea. Al final todo se reduce al amor y las relaciones personales. Eso es lo único que queda en las últimas semanas.
5- Desearía haberme permitido a mí mismo ser más feliz.
Ésta es sorprendentemente común. Muchos no se dieron cuenta hasta el último día de que la felicidad es una elección. Se habían quedado anquilosados en antiguos patrones y costumbres. La llamada “comodidad” de lo conocido se desbordó sobre sus emociones, así como sus vidas físicas. El miedo al cambio les hizo fingir frente a otros y frente a sí mismos que eran felices, cuando en el fondo anhelaban reír con ganas y que volvieran la tontería y las bromas a su vida.
Cuando uno está en su lecho de muerte, lo que los demás piensan de él se halla lejos de sus pensamientos. Qué maravilloso es dejarse llevar y sonreír de nuevo cuando aún falta mucho para morir.
La vida es una elección. Es TU vida. Elige con cabeza, elige con sabiduría, elige con franqueza. Elige la felicidad.
Personalmente esta entrada me parece interesantísima, es de las que le hacen a uno replantearse montones de cosas, así que voy a traducirla entera. Si sabes inglés te recomiendo leer la original, que siempre será mejor que cualquier traducción: "Regrets of the dying" @ Inspiration and Chai. Todo esto, por cierto, me recuerda a Miramontes, un profesor que tuve en el instituto, que decía que lo más importante en la vida es hacer cosas; que con el tiempo los errores, las malas decisiones y todo eso se perdona, pero de lo único que os vais a arrepentir es de no hacer cosas. Eso no es exactamente lo que dicen los moribundos, al menos no es de las cinco cosas que más dicen, pero como el hombre tenía una edad y además me parece un consejo bastante razonable, pues ahí lo dejo también. Lo que viene a partir de ahora, incluyendo la conclusión, está traducido de lo que escribió la señora Ware.
1- Querría haber tenido el coraje de vivir de manera sincera conmigo mismo, y no la vida que los demás esperaban.
Éste era el arrepentimiento más común de todos. Cuando uno se da cuenta de que su vida está a punto de terminar y mira atrás, es fácil ver cuántos sueños quedaron sin cumplir. La mayoría de las personas no realizaron ni la mitad de sus sueños y tuvieron que morir sabiendo que eso se debió a las decisiones que tomaron o dejaron de tomar.
Es muy importante tratar de cumplir al menos algunos de tus sueños a lo largo de tu vida. En el momento en el que pierdes la salud ya es tarde. La salud conlleva una libertad de la que muy pocos se dan cuenta hasta que ya no la tienen.
2- Desearía no haber trabajado tanto.
Esto vino de todos los pacientes varones que tuve. Se perdieron la juventud de sus hijos y la compañía de su pareja. Las mujeres también hablaron de este arrepentimiento, pero dado que la mayoría eran de una generación bastante vieja, muchas de ellas no habían sido cabezas de familia. Todos los hombres que traté lamentaron profundamente haber pasado tanto tiempo de sus vidas en la rutina del trabajo.
Simplificando nuestro estilo de vida y tomando decisiones conscientes es posible no necesitar los ingresos que crees que necesitas. Y creando más espacio en tu vida serás más feliz y más abierto a nuevas oportunidades, más adecuadas a tu nuevo estilo de vida.
3- Ojalá hubiera tenido el valor de expresar mis sentimientos.
Mucha gente ocultó sus sentimientos para estar en paz con otros. En consecuencia, se conformaron con una existencia mediocre y nunca fueron quienes realmente habrían sido capaces de llegar a ser. Muchos desarrollaron enfermedades relacionadas con la amargura y el resentimiento con los que cargaron debido a esto.
No podemos controlar las reacciones de los demás. De todos modos, aunque la gente inicialmente pueda reaccionar cuando cambias tu manera de ser y hablas con sinceridad, al final esto lleva la relación a un nivel totalmente nuevo y más saludable. O eso o aleja de tu vida una relación nociva. En cualquiera de los dos casos sales ganando.
4- Me gustaría haberme mantenido en contacto con mis amigos.
En muchos casos no se dieron cuenta de todos los beneficios de las viejas amistades hasta sus últimas semanas de vida, y no siempre fue posible encontrarles la pista. Muchos se habían quedado tan atrapados en sus propias vidas que a lo largo de los años dejaron escapar amistades maravillosas. Hubo muchos profundos lamentos por no haberles dedicado el tiempo y esfuerzo que merecían. Cuando están muriendo, todos echan de menos a sus amigos.
A cualquiera que tenga una vida ocupada le pasa que va dejando amistades de lado. Pero cuando uno se enfrenta a una muerte inminente, los detalles físicos de su vida se disipan. Todos quieren poner sus asuntos financieros en orden si es posible, pero no es el dinero o el estatus lo que realmente les parece importante: quieren poner las cosas en orden más por el beneficio de aquellos a quienes aman. Con todo, suelen estar demasiado enfermos o cansados como para encargarse de esta tarea. Al final todo se reduce al amor y las relaciones personales. Eso es lo único que queda en las últimas semanas.
5- Desearía haberme permitido a mí mismo ser más feliz.
Ésta es sorprendentemente común. Muchos no se dieron cuenta hasta el último día de que la felicidad es una elección. Se habían quedado anquilosados en antiguos patrones y costumbres. La llamada “comodidad” de lo conocido se desbordó sobre sus emociones, así como sus vidas físicas. El miedo al cambio les hizo fingir frente a otros y frente a sí mismos que eran felices, cuando en el fondo anhelaban reír con ganas y que volvieran la tontería y las bromas a su vida.
Cuando uno está en su lecho de muerte, lo que los demás piensan de él se halla lejos de sus pensamientos. Qué maravilloso es dejarse llevar y sonreír de nuevo cuando aún falta mucho para morir.
La vida es una elección. Es TU vida. Elige con cabeza, elige con sabiduría, elige con franqueza. Elige la felicidad.
Vaia merda
ResponderEliminarun libro importante, me parece. A seguir los consejos!
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