La historia de este concierto fue un tanto tortuosa. En un principio anunciaron que se haría en el auditorio al aire libre de Castrelos, donde todos los años se suelen celebrar conciertos durante la primera quincena de agosto, por motivo de las fiestas de la ciudad, y siempre a buen precio, puesto que los subvenciona el Concello. En la web de Motörhead llegó a poner 
"Castrelos Arena", que me hizo mucha gracia. Pero a mediados-finales de julio se informó de que al final el concierto no sería allí, sino en el pabellón de las Traviesas, famoso por su horrenda acústica (¿qué cabe esperar de un pabellón deportivo?), y a nada menos que treinta euracos la entrada anticipada, treinta y cinco en taquilla. Se rumorea que si la promotora no consiguió los permisos del Concello, que si Lemmy no quería que le vieran gratis desde las gradas de fuera del recinto de Castrelos, que si se lo arrebató Bisbal... no sé, ni importa ya; lo que hubo fue lo que hubo.
El concierto fue lo esperable de unos monstruos como Motörhead, ni más ni menos, y no es poco. Quien los haya visto alguna vez en directo, sea in situ, en vídeo o por la tele, ya sabe lo que va a ver: tres viejunos que no se mueven demasiado, pero que desprenden una energía que ya quisieran muchos de un tercio de su edad. Empezó todo como siempre: salen los tres a escena, Lemmy se pone detrás de su micrófono mirando hacia arriba... "Good night! ¿Cómo estáis? We are Motörhead! We play rock and roll!" Y empezaron los primeros acordes de "Iron fist".
En general, Lemmy estuvo poco comunicativo, siendo Phil Campbell quien más se dirigió al público, el único que dijo el nombre de la ciudad, y el que dirigió los jueguecitos de gritar. "Estamos haciendo un estudio a ver cuál es el público más
ruidoso del planeta, ¡silencio todos! no gritéis hasta que yo cuente tres." Estuvo simpático. Además es muy buen guitarrista; aprovechó su solo para lucirse bastante, no con muchos virtuosismos e historias sino con una melodía muy bonita de aire bluesero. Sin embargo, el que realmente te puede dejar flipado es el batería Mikkey Dee, es un animal de hombre, casi mete más caña él que Lemmy. De todos modos, su solo tampoco me llamó mucho la atención, me gustó más durante las canciones. Éstas fueron más o menos las mismas que en el televisado Rock In Rio Madrid de mes y medio antes, con alguna que otra variación, pero centrándose sobre todo en material antiguo; aun así, no se quedaron fuera varios temas de los últimos discos. "In the name of tragedy" (incluyendo un solo de batería en el medio) cuyo final sonó atronador, "Be my baby" o "Rock out" se alternaron con "Stay clean", "Metropolis" o la coreadísima "Killed by death". Después de ésta, Lemmy nos dio las también clásicas instrucciones: "ahora vamos a tocar otra canción y luego nos vamos a ir, vosotros tenéis que hacer todo el ruido que podáis y entonces volveremos". Y así fue: después de la también muy coreada "Born to raise hell" cogieron y se fueron, y fue simpático, porque la gente se dio cuenta de que sobre el suelo del pabellón se había puesto una tarima de madera que resonaba al pisar fuerte, así que es fácil imaginar la tronada que se oyó allí dentro. Los bises fueron los de 
siempre, no por esperados menos disfrutados: "Ace of spades" y "Overkill". Al terminar pusieron los instrumentos contra los amplis para que acoplaran, y los últimos minutos antes de salir del pabellón fueron un sonoro "boá boá boá" constante.
Resumen: muy buen concierto de estos dinosaurios del rock, aunque para no llevar teloneros fue un poco corto (no pasó de hora y media) y el precio fue abusivo, sobre todo, lo dicho, para no llevar teloneros, y para ser en un sitio con una acústica totalmente desfavorable. Pero todo se perdona tras ver a una leyenda viva que es como un cañón en directo.
"Castrelos Arena", que me hizo mucha gracia. Pero a mediados-finales de julio se informó de que al final el concierto no sería allí, sino en el pabellón de las Traviesas, famoso por su horrenda acústica (¿qué cabe esperar de un pabellón deportivo?), y a nada menos que treinta euracos la entrada anticipada, treinta y cinco en taquilla. Se rumorea que si la promotora no consiguió los permisos del Concello, que si Lemmy no quería que le vieran gratis desde las gradas de fuera del recinto de Castrelos, que si se lo arrebató Bisbal... no sé, ni importa ya; lo que hubo fue lo que hubo.El concierto fue lo esperable de unos monstruos como Motörhead, ni más ni menos, y no es poco. Quien los haya visto alguna vez en directo, sea in situ, en vídeo o por la tele, ya sabe lo que va a ver: tres viejunos que no se mueven demasiado, pero que desprenden una energía que ya quisieran muchos de un tercio de su edad. Empezó todo como siempre: salen los tres a escena, Lemmy se pone detrás de su micrófono mirando hacia arriba... "Good night! ¿Cómo estáis? We are Motörhead! We play rock and roll!" Y empezaron los primeros acordes de "Iron fist".
En general, Lemmy estuvo poco comunicativo, siendo Phil Campbell quien más se dirigió al público, el único que dijo el nombre de la ciudad, y el que dirigió los jueguecitos de gritar. "Estamos haciendo un estudio a ver cuál es el público más
ruidoso del planeta, ¡silencio todos! no gritéis hasta que yo cuente tres." Estuvo simpático. Además es muy buen guitarrista; aprovechó su solo para lucirse bastante, no con muchos virtuosismos e historias sino con una melodía muy bonita de aire bluesero. Sin embargo, el que realmente te puede dejar flipado es el batería Mikkey Dee, es un animal de hombre, casi mete más caña él que Lemmy. De todos modos, su solo tampoco me llamó mucho la atención, me gustó más durante las canciones. Éstas fueron más o menos las mismas que en el televisado Rock In Rio Madrid de mes y medio antes, con alguna que otra variación, pero centrándose sobre todo en material antiguo; aun así, no se quedaron fuera varios temas de los últimos discos. "In the name of tragedy" (incluyendo un solo de batería en el medio) cuyo final sonó atronador, "Be my baby" o "Rock out" se alternaron con "Stay clean", "Metropolis" o la coreadísima "Killed by death". Después de ésta, Lemmy nos dio las también clásicas instrucciones: "ahora vamos a tocar otra canción y luego nos vamos a ir, vosotros tenéis que hacer todo el ruido que podáis y entonces volveremos". Y así fue: después de la también muy coreada "Born to raise hell" cogieron y se fueron, y fue simpático, porque la gente se dio cuenta de que sobre el suelo del pabellón se había puesto una tarima de madera que resonaba al pisar fuerte, así que es fácil imaginar la tronada que se oyó allí dentro. Los bises fueron los de 
siempre, no por esperados menos disfrutados: "Ace of spades" y "Overkill". Al terminar pusieron los instrumentos contra los amplis para que acoplaran, y los últimos minutos antes de salir del pabellón fueron un sonoro "boá boá boá" constante.Resumen: muy buen concierto de estos dinosaurios del rock, aunque para no llevar teloneros fue un poco corto (no pasó de hora y media) y el precio fue abusivo, sobre todo, lo dicho, para no llevar teloneros, y para ser en un sitio con una acústica totalmente desfavorable. Pero todo se perdona tras ver a una leyenda viva que es como un cañón en directo.
Gracias a Constanza por las fotos.
1- Iron fist
2- Stay clean
3- Be my baby
4- Rock out
5- Metropolis
6- Over the top
7- One night stand
8- I got mine
9- The thousand names of God
10- Cradle to the grave
11- In the name of tragedy
12- Just 'cos you got the power
13- Going to Brazil
14- Killed by death
15- Born to raise hell
Bises:
16- Ace of spades
17- Overkill
30 euros y martes (lo de la mala acústica no lo sé porque que no fui -trabajaba-, pero te creo)...todo un lucimiento.
ResponderEliminarPues en el velodromo de Donostia (pabellón deportivo) hay una acústica de flipar.
ResponderEliminarYo no lo disfruté tanto como esperaba, porque efectivamente se oía fatal. Y además me esperaba algunas como Lost in the Ozone o Iron Horse, que no tocaron.
ResponderEliminarÓ millor veñen a Madrid en decembro.
Falamos.