1. The Beginning of the End (Intro) – 0:36
2. The Clerical Conspiracy – 5:38
3. Advent of Insanity – 2:27
4. Do Dark Horses Dream of Nightmares? – 6:24
5. The Best of Enemies – 8:14
6. How Have the Mighty Fallen? – 8:18
7. Wildfire – 4:39
8. Mythistory – 6:47
9. Happy Never After (Outro) – 1:02
2. The Clerical Conspiracy – 5:38
3. Advent of Insanity – 2:27
4. Do Dark Horses Dream of Nightmares? – 6:24
5. The Best of Enemies – 8:14
6. How Have the Mighty Fallen? – 8:18
7. Wildfire – 4:39
8. Mythistory – 6:47
9. Happy Never After (Outro) – 1:02
He aquí el que, si no me equivoco, es el primer o uno de los primeros discos de metal pagano, además de un clásico de esos “de culto”, porque no es muy conocido pero sí poco menos que idolatrado por quienes lo conocen. Me acordé de él el otro día porque lo menciona Nemtheanga en el reciente DVD de Primordial, y hoy me apetece comentarlo, así como el libro en que se basa. Pero debo aclarar que es metal pagano porque es metal y la temática es pagana. Musicalmente no se parece a lo que hoy se llama metal pagano. Esto es thrash.
Lo conocí de casualidad hace justo un año y un mes; estaba en la oficina donde trabajaba en Malta, probablemente a vueltas con el diseño web, y escuchando en el Youtube el Extreme aggression de Kreator, que también está muy bien, cuando me fijé en un título muy largo entre los vídeos relacionados. Pinché por curiosidad, leí la descripción y a continuación me puse a investigar por los internetes (sí, tenía poco trabajo). Lo que encontré fue que estos tales Sabbat, procedentes de Nottingham, Inglaterra, fueron pioneros en hacer un disco conceptual de thrash metal con este Dreamweaver: reflections of our yesterdays, su segunda obra; y ese concepto estaba basado en un libro del psicólogo británico Brian Bates, especialista en chamanismo y misticismo, editado en 1983 y titulado The way of wyrd. El principal propósito del libro es describir los métodos y creencias de los druidas y magos sajones, y todos los hechizos, recetas y ritos que aparecen en el libro están totalmente documentados; pero, al mismo tiempo, está escrito en forma de novela, en la que el joven monje amanuense Wat Brand se adentra solo en territorio sajón para observar y aprender las creencias de los salvajes, con el objetivo de contárselas a sus superiores y así poder enviar una misión y convertirlos a todos, o como dice la primera canción del disco: “greet them with a velvet glove, then crush them beneath an iron hand”, saludarlos con guante de fieltro y luego machacarlos con mano de hierro. No existe, o al menos no encontré, una traducción del libro, así que, aprovechando que estaba en un país angloparlante, fui corriendo a una librería a encargarlo, lo leí y posteriormente, ya en España, compré el disco (por sólo 4 €, oigan) y lo escuché mientras leía la letra.
Para terminar de hablar del libro, no os voy a contar el final, pero me pareció entretenido e interesante, recomendable para todo aquél al que le interese el tema o simplemente tenga curiosidad. Quizá hasta cambie tu manera de ver algunas cosas. Si alguien se lo está preguntando, wyrd es una palabra sin traducción al castellano; designa un concepto muy abstracto, viene a ser la fuerza que une el cosmos, la vida y el tiempo, y de la que una persona puede llegar a tomar consciencia a través de determinados ritos. La vida no existiría si no hubiera wyrd, y el wyrd no existiría si no hubiera vida. Al escritor le fueron dados montones de títulos y honores por parte de los clanes chamánicos que aún quedan en el sur de Inglaterra, así que debe de ser un libro bastante fidedigno. Para más información, visita www.wayofwyrd.com.
Respecto al disco, como ya dije, es thrash; no puedo ser muy específico en la descripción, porque no controlo mucho del género, pero de lo que estoy seguro es que un disco cuyas canciones tienen una duración media de siete minutos no es lo más común. Ni tampoco la tremenda saturación de letra que presenta: ahí metidas hay letras para dos o tres discos normales de thrash, apenas aparecen solos o partes instrumentales, y el estribillo se repite poco. Estas dos características me llevan a creer que el pobre Martin Walkyier tuvo que sufrir para aprenderse las canciones.
A ver, no es fácil innovar en el thrash, porque normalmente, o acabas en el death, o vuelves al heavy. Y aun así, estos British colegas lo consiguieron. La atmósfera la crean el sugerente dibujo de la portada y la corta intro; una vez el oyente está metido en ambiente, irrumpe el primer riff de "The clerical conspiracy", acompañado de la furiosa voz de Walkyier. Riffs son lo que sobra en este álbum, los hay para regalar, ya digo que de este disco se podían sacar varios (varios discos, digo). A partir de ahí, el disco es un no parar, quitando el interludio acústico que relata la llegada de Brand al territorio sajón y que supone la única "balada", por así llamarla, de Sabbat. El resto de los temas son largos, pero complejos y desarrollados con maestría, siempre al lado de las elaboradas letras, aunque están cantadas tan rápido que es complicado entender nada como no las estés leyendo, pero a la vez de una manera totalmente apasionada. El tema elegido no fue casualidad, pues Martin Walkyier tiene profundas ideas paganas, y fue capaz de reescribir una historia completa, con un tono muchísimo más anticlerical y agresivo en ese sentido que el libro en el que se basa, pero sin caer en el satanismo burro ni el odio alocado. Cabe comentar también que en el último corte (si excluimos el epílogo) aparece una voz femenina, que no os voy a decir qué pinta ahí por si queréis leer el libro, pero que resulta muy apropiada, a pesar de no destacar mucho porque canta a la vez que Walkyier.
Uno podría preguntarse, si el disco es tan bueno, por qué no tuvo mayor trascendencia. Bueno, pues por varios factores. Uno de ellos es sin duda que en ese momento el thrash metal estaba en Estados Unidos, los Big Four esos (Metallica Megadeth Anthrax Slayer) se lo comían todo, y el poco hueco que quedaba estaba ocupado por alemanes. Aun así podrían haber asomado un poquito la cabeza, pero la historia del grupo resultó ser tan corta como desafortunada. Se creó en Nottingham en 1985. Tras varios cambios en la formación y cuando ya se hubieron puesto el nombre de Sabbat, grabaron su primera maqueta, que pronto llegó a los oídos del entonces puntero sello alemán Noise Records y enseguida les ofrecieron un contrato. En cuanto el guitarrista, Andy Sneap (hoy uno de los productores de discos de metal más reputados de Europa, habiendo producido discos de Arch Enemy, Opeth, Kreator, Megadeth y mil más), alcanzó la mayoría de edad, en verano de 1987, lo firmaron sin pensarlo más, a pesar de los consejos en contra que les daban sus conocidos. El sello que tenía a Celtic Frost, Helloween y Kreator era demasiado tentador. Grabaron el primer disco, History of a time to come, que tuvo un éxito instantáneo y les ganó una portada en la Kerrang! (bueno, ya sabemos que "les ganó" significa "Noise pagó"); al año siguiente cogieron a un segundo guitarrista y grabaron el segundo, y de nuevo tuvieron éxito en lo que a ventas se refiere. El problema fue que ellos no vieron un penique de esas ventas. Esto les frustraba, y además se pusieron a pelear entre ellos, lo que llevó a Simon Jones (guitarra), Frazer Craske (bajo) y Martin Walkyier (voz) a dejar el grupo. En realidad el priemro en hacerlo fue Jones, que un buen día de 1989 se negó a salir al escenario; al año siguiente lo seguirían, aunque de una manera más adulta, Craske, que decidió apartarse totalmente del mundo de la música, y Walkyier, que decía que se le hacía cuesta arriba hacer letras para canciones tan largas y que lo que quería hacer era meter violines, cosa que nunca encajaría en Sabbat. Así que se fue, se juntó con el guitarra de Satan (a los fans de Blind Guardian os sonará por lo menos de "Trial by fire") y fundó Skyclad.
Esto, al parecer, dejó a Sneap y al batería Simon Negus llenos de deudas, por lo que se vieron forzados a reclutar a un par de músicos más y sacar otro disco, que se llamó Mourning has broken y que resultó un fracaso tan gordo que llamarlo fracaso es un eufemismo. Suscitó reacciones horribles de crítica y público, y ahora sus artífices reniegan totalmente de él; no fue reeditado cuando se remasterizaron los otros dos en el 2007, ni se menciona en sabbat-uk.com, ni siquiera se alude a su existencia en la biografía. Después de eso se separaron, y sólo se volvieron a juntar (la formación del Dreamweaver completa) para un puñado de conciertos en 2006 y 2007.
En fin, esta es la historia de un grupo que pudo ser y no fue. Sus dos discos perduran, por suerte fueron reeditados y ahora son muy fáciles de encontrar, así que sirva esta entrada como reconocimiento al primer grupo que hizo metal pagano (al menos con la temática que hoy se llama pagana, sin ser satánico), y espero que como descubrimiento del agrado de quien no lo conociera aún.
Lo conocí de casualidad hace justo un año y un mes; estaba en la oficina donde trabajaba en Malta, probablemente a vueltas con el diseño web, y escuchando en el Youtube el Extreme aggression de Kreator, que también está muy bien, cuando me fijé en un título muy largo entre los vídeos relacionados. Pinché por curiosidad, leí la descripción y a continuación me puse a investigar por los internetes (sí, tenía poco trabajo). Lo que encontré fue que estos tales Sabbat, procedentes de Nottingham, Inglaterra, fueron pioneros en hacer un disco conceptual de thrash metal con este Dreamweaver: reflections of our yesterdays, su segunda obra; y ese concepto estaba basado en un libro del psicólogo británico Brian Bates, especialista en chamanismo y misticismo, editado en 1983 y titulado The way of wyrd. El principal propósito del libro es describir los métodos y creencias de los druidas y magos sajones, y todos los hechizos, recetas y ritos que aparecen en el libro están totalmente documentados; pero, al mismo tiempo, está escrito en forma de novela, en la que el joven monje amanuense Wat Brand se adentra solo en territorio sajón para observar y aprender las creencias de los salvajes, con el objetivo de contárselas a sus superiores y así poder enviar una misión y convertirlos a todos, o como dice la primera canción del disco: “greet them with a velvet glove, then crush them beneath an iron hand”, saludarlos con guante de fieltro y luego machacarlos con mano de hierro. No existe, o al menos no encontré, una traducción del libro, así que, aprovechando que estaba en un país angloparlante, fui corriendo a una librería a encargarlo, lo leí y posteriormente, ya en España, compré el disco (por sólo 4 €, oigan) y lo escuché mientras leía la letra.
Para terminar de hablar del libro, no os voy a contar el final, pero me pareció entretenido e interesante, recomendable para todo aquél al que le interese el tema o simplemente tenga curiosidad. Quizá hasta cambie tu manera de ver algunas cosas. Si alguien se lo está preguntando, wyrd es una palabra sin traducción al castellano; designa un concepto muy abstracto, viene a ser la fuerza que une el cosmos, la vida y el tiempo, y de la que una persona puede llegar a tomar consciencia a través de determinados ritos. La vida no existiría si no hubiera wyrd, y el wyrd no existiría si no hubiera vida. Al escritor le fueron dados montones de títulos y honores por parte de los clanes chamánicos que aún quedan en el sur de Inglaterra, así que debe de ser un libro bastante fidedigno. Para más información, visita www.wayofwyrd.com.
Respecto al disco, como ya dije, es thrash; no puedo ser muy específico en la descripción, porque no controlo mucho del género, pero de lo que estoy seguro es que un disco cuyas canciones tienen una duración media de siete minutos no es lo más común. Ni tampoco la tremenda saturación de letra que presenta: ahí metidas hay letras para dos o tres discos normales de thrash, apenas aparecen solos o partes instrumentales, y el estribillo se repite poco. Estas dos características me llevan a creer que el pobre Martin Walkyier tuvo que sufrir para aprenderse las canciones.
A ver, no es fácil innovar en el thrash, porque normalmente, o acabas en el death, o vuelves al heavy. Y aun así, estos British colegas lo consiguieron. La atmósfera la crean el sugerente dibujo de la portada y la corta intro; una vez el oyente está metido en ambiente, irrumpe el primer riff de "The clerical conspiracy", acompañado de la furiosa voz de Walkyier. Riffs son lo que sobra en este álbum, los hay para regalar, ya digo que de este disco se podían sacar varios (varios discos, digo). A partir de ahí, el disco es un no parar, quitando el interludio acústico que relata la llegada de Brand al territorio sajón y que supone la única "balada", por así llamarla, de Sabbat. El resto de los temas son largos, pero complejos y desarrollados con maestría, siempre al lado de las elaboradas letras, aunque están cantadas tan rápido que es complicado entender nada como no las estés leyendo, pero a la vez de una manera totalmente apasionada. El tema elegido no fue casualidad, pues Martin Walkyier tiene profundas ideas paganas, y fue capaz de reescribir una historia completa, con un tono muchísimo más anticlerical y agresivo en ese sentido que el libro en el que se basa, pero sin caer en el satanismo burro ni el odio alocado. Cabe comentar también que en el último corte (si excluimos el epílogo) aparece una voz femenina, que no os voy a decir qué pinta ahí por si queréis leer el libro, pero que resulta muy apropiada, a pesar de no destacar mucho porque canta a la vez que Walkyier.
Uno podría preguntarse, si el disco es tan bueno, por qué no tuvo mayor trascendencia. Bueno, pues por varios factores. Uno de ellos es sin duda que en ese momento el thrash metal estaba en Estados Unidos, los Big Four esos (Metallica Megadeth Anthrax Slayer) se lo comían todo, y el poco hueco que quedaba estaba ocupado por alemanes. Aun así podrían haber asomado un poquito la cabeza, pero la historia del grupo resultó ser tan corta como desafortunada. Se creó en Nottingham en 1985. Tras varios cambios en la formación y cuando ya se hubieron puesto el nombre de Sabbat, grabaron su primera maqueta, que pronto llegó a los oídos del entonces puntero sello alemán Noise Records y enseguida les ofrecieron un contrato. En cuanto el guitarrista, Andy Sneap (hoy uno de los productores de discos de metal más reputados de Europa, habiendo producido discos de Arch Enemy, Opeth, Kreator, Megadeth y mil más), alcanzó la mayoría de edad, en verano de 1987, lo firmaron sin pensarlo más, a pesar de los consejos en contra que les daban sus conocidos. El sello que tenía a Celtic Frost, Helloween y Kreator era demasiado tentador. Grabaron el primer disco, History of a time to come, que tuvo un éxito instantáneo y les ganó una portada en la Kerrang! (bueno, ya sabemos que "les ganó" significa "Noise pagó"); al año siguiente cogieron a un segundo guitarrista y grabaron el segundo, y de nuevo tuvieron éxito en lo que a ventas se refiere. El problema fue que ellos no vieron un penique de esas ventas. Esto les frustraba, y además se pusieron a pelear entre ellos, lo que llevó a Simon Jones (guitarra), Frazer Craske (bajo) y Martin Walkyier (voz) a dejar el grupo. En realidad el priemro en hacerlo fue Jones, que un buen día de 1989 se negó a salir al escenario; al año siguiente lo seguirían, aunque de una manera más adulta, Craske, que decidió apartarse totalmente del mundo de la música, y Walkyier, que decía que se le hacía cuesta arriba hacer letras para canciones tan largas y que lo que quería hacer era meter violines, cosa que nunca encajaría en Sabbat. Así que se fue, se juntó con el guitarra de Satan (a los fans de Blind Guardian os sonará por lo menos de "Trial by fire") y fundó Skyclad.
Esto, al parecer, dejó a Sneap y al batería Simon Negus llenos de deudas, por lo que se vieron forzados a reclutar a un par de músicos más y sacar otro disco, que se llamó Mourning has broken y que resultó un fracaso tan gordo que llamarlo fracaso es un eufemismo. Suscitó reacciones horribles de crítica y público, y ahora sus artífices reniegan totalmente de él; no fue reeditado cuando se remasterizaron los otros dos en el 2007, ni se menciona en sabbat-uk.com, ni siquiera se alude a su existencia en la biografía. Después de eso se separaron, y sólo se volvieron a juntar (la formación del Dreamweaver completa) para un puñado de conciertos en 2006 y 2007.
En fin, esta es la historia de un grupo que pudo ser y no fue. Sus dos discos perduran, por suerte fueron reeditados y ahora son muy fáciles de encontrar, así que sirva esta entrada como reconocimiento al primer grupo que hizo metal pagano (al menos con la temática que hoy se llama pagana, sin ser satánico), y espero que como descubrimiento del agrado de quien no lo conociera aún.
The beginning of the end + The clerical conspiracy
Advent of insanity + Do dark horses dream of nightmares?
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